Jesucristo es nuestro Señor y
Salvador.
Qué bueno es
cuando las personas buscan a Jesús para satisfacer una necesidad espiritual tan importante como es la salvación de su alma, la cual solo se
obtiene a través de él. Jesús dijo: “yo
soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi”, (Juan
14:6).
Pero hay
otros que buscan a Jesús no para su
salvación, sino para obtener cosas materiales para satisfacer sus deseos carnales, simple y
llanamente. Esa es la estrategia de muchos religiosos y falsos profetas en
estos tiempos.
Al respecto,
tenemos un ejemplo contundente en el Evangelio de Juan, capitulo 6, que luego
de la multiplicación de los panes y los peces, en los que fueron alimentados más
de cinco mil personas, sin contar a las mujeres y niños, muchos comenzaron a buscar a Jesús, “Y
hallándole al otro lado del mar le dijeron: Rabí, ¿Cuándo llegaste acá?
“Respondió Jesús
y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto
las señales, sino porque comisteis y os
saciasteis. Trabajad no por la comida que perece, sino por la comida que a vida
eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a este señalo Dios el Padre”, (Juan
6:25-27).
Otros buscan a Jesús por su inquietud religiosa y
van a iglesias a adorar y a pedirle a su imagen, representada por un cuadro o
un ídolo, lo que es idolatría, pecado que Dios aborrece y condena.
Al respecto,
la Biblia dice: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que este arriba
en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No
te inclinaras a ella, ni las honraras ; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte,
celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y
cuarta generación de los que me aborrecen, hago misericordia a millares, a los
que me aman y guardan mis mandamientos”, (Éxodo 20:4-6).
Unos
griegos, entre los que habían subido a adorar en Jerusalén, le rogaron a
Felipe, diciendo: Señor quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés, entonces ambos se lo dijeron a Jesús,
quien les respondió diciendo: “Ha
llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado”.
Estos
griegos, que eran gentiles, que quizás fueron idolatras, pero que tras oír las palabras de Jesús, se mostraron
interesados. Jesús les dijo: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de
trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho
fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo,
para vida eterna la guardara. Si alguno me sirve, sígame; donde yo
estuviere, allí también estará mi
servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrara”, (Juan 12:20-26).
Estos
griegos vieron la importancia de creer y seguir a Jesús, contrario a los
judíos, muchos de los cuales, entre los que figuraban fariseos y saduceos, así
como miembros de la familia sacerdotal, los rechazaron. Al respecto Isaías
profetizo: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores,
experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue
menospreciado, y no lo estimamos.
“Ciertamente
llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. (Isaías 53:3-5).
Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó
el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y
le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de
la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de
Dios Padre. (Filipenses 2:6-11).
“Y aquel
Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como
del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. (Juan 1:14).
Apreciado a
migo, busca hoy a Jesús, porque “en ningún otro hay salvación; porque no hay
otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.
(Hechos 4:12).
Y Jesús se
acercó y les habló a sus discípulos diciendo: “Toda potestad me es dada en el
cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28:18-20).
El señor
Jesús que es Dios manifestado en carne,
te dice: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está
cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y
vuélvase a Jehová, el cual tendrá de el misericordia, y al Dios nuestro, el
cual será amplio en perdonar”, (Isaías 55:6-7).
Dios te
bendiga apreciado amigo.
Escrito por: Miguel Ant. Matos
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