Esta situación nos viene
afectando desde hace más de medio siglo y por el momento no se vislumbra una
solución inmediata y definitiva.
Hemos enriquecido a los
vendedores de plantas generadoras de electricidad, de inversores y de baterías.
Sin embargo, las personas de escasos recursos económicos tienen que combatir
los apagones iluminándose con velas de cera, velones y lámparas de kerosene o
de gas licuado.
Todos los gobiernos surgidos,
luego de la desaparición de la tiranía trujillista, hacen esfuerzos
infructuosos para solucionar el problema, pero nada, todo sigue igual, el
pueblo sigue sufriendo los efectos de los apagones, aunque a veces, hay que ser
justo, los generadores y las distribuidoras ofrecen unos alumbrones, pero ahora
más caros.
La crisis energética en un
país significa atraso, porque las instituciones y empresas del sector privado y
público tienen que hacer inversiones millonarias para mantener funcionando el
aparato productivo.
Empero, hay un apagón peor,
que es el espiritual, y lo sufren aquellas personas que durante toda su vida
caminan de espaldas a Dios y a su Palabra. Dice la Biblia que el necio anda en
tinieblas (Ec. 2:14).
Son como aquellos hombres que
“mirarán la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia, y
serán sumidos en las tinieblas”, (Isaías 8:22).
Sin embargo, Jesucristo, el
Hijo del Dios viviente, vino a este mundo para librarnos de la potestad de las
tinieblas, cuando por amor a ti se ofreció voluntariamente en la cruz, y siendo
inocente, se hizo pecado para que la justicia divina fuera plenamente
satisfecha.
“El cual nos ha librado de la
potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. (Col. 1:13).
Amigo lector, si tú andas en
tinieblas, “este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es
luz, y no hay ninguna tinieblas en él”, (1 Juan 1:5). Jesús dijo: “Yo soy la
luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz
de la vida”, (Juan 8:12).
Te invito a recibir a Cristo
como tu Señor y Salvador, para que no vivas bajo el peor apagón de tu vida, que
es el espiritual.
“Porque Dios, que mandó que
de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo” (2 Cor. 4:6).
Por Miguel A. Matos
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