10 de junio de 2016

El apagón espiritual

                                                  
 Los dominicanos, desde hace años, hemos adoptado, con resignación, la cultura de los apagones. Nos lo han impuesto, y ya no podemos vivir sin ellos.

Esta situación nos viene afectando desde hace más de medio siglo y por el momento no se vislumbra una solución inmediata y definitiva.

Hemos enriquecido a los vendedores de plantas generadoras de electricidad, de inversores y de baterías. Sin embargo, las personas de escasos recursos económicos tienen que combatir los apagones iluminándose con velas de cera, velones y lámparas de kerosene o de gas licuado.

Todos los gobiernos surgidos, luego de la desaparición de la tiranía trujillista, hacen esfuerzos infructuosos para solucionar el problema, pero nada, todo sigue igual, el pueblo sigue sufriendo los efectos de los apagones, aunque a veces, hay que ser justo, los generadores y las distribuidoras ofrecen unos alumbrones, pero ahora más caros.

La crisis energética en un país significa atraso, porque las instituciones y empresas del sector privado y público tienen que hacer inversiones millonarias para mantener funcionando el aparato productivo.

Empero, hay un apagón peor, que es el espiritual, y lo sufren aquellas personas que durante toda su vida caminan de espaldas a Dios y a su Palabra. Dice la Biblia que el necio anda en tinieblas (Ec. 2:14).

Son como aquellos hombres que “mirarán la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia, y serán sumidos en las tinieblas”, (Isaías 8:22).

Sin embargo, Jesucristo, el Hijo del Dios viviente, vino a este mundo para librarnos de la potestad de las tinieblas, cuando por amor a ti se ofreció voluntariamente en la cruz, y siendo inocente, se hizo pecado para que la justicia divina fuera plenamente satisfecha.

“El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. (Col. 1:13).

Amigo lector, si tú andas en tinieblas, “este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ninguna tinieblas en él”, (1 Juan 1:5). Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”, (Juan 8:12).

Te invito a recibir a Cristo como tu Señor y Salvador, para que no vivas bajo el peor apagón de tu vida, que es el espiritual.


“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Cor. 4:6). 

                   Por Miguel A. Matos

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