Es maravilloso como Dios se agrada y se mueve durante la alabanza de su pueblo, porque su presencia se hace manifiesta, lo que descubrió Rey David, en sus años mozos al abrir su corazón y mente a Dios, con el que mantuvo una excelente comunión, siendo considerado por el mismo Creador como conforme a su corazón.
En la Biblia, en el libro de los Salmos, vemos la extraordinaria inspiración de David en sus cánticos, de tal manera que a través de ellos el Espíritu Santo le reveló aspectos interesantes sobre la vida y los sufrimientos de Cristo en la cruz del calvario.
David describió a Jesucristo al decir: “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derramó en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre”. Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, con tu gloria y con tu majestad”, Salmos 45:2-3.
Al referirse a la gracia derramada por Dios, a favor del hombre pecador, en el Salmo 22, David comienza clamando “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” Lo que fue el mismo clamor que Jesucristo emitió en el momento en que sintió el abandono del Padre, cuando estaba clavado en la cruz del calvario, expiando con su sangre todos los pecados pasados, presentes y futuros de la humanidad.
Algo interesante en la vida de David, el segundo rey de Israel, era que reconocía la santidad de Dios, y la importancia de la alabanza, cuando expresa en el Salmo 22:3 “Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel”.
Durante su reinado, David nunca perdió una batalla, porque su confianza estaba puesta en Dios, por lo que manifestaba: “Ahora conozco que Jehová salva a su ungido; lo oirá desde sus santos cielos con la potencia salvadora de su diestra. Estos confían en carros, y aquellos en caballos; más nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria”. Salmos 20:6-7.
El deleite de David, quien manejaba con gran habilidad el arpa, era alabar a Dios con mucho gozo y una de sus más bellas inspiraciones es como aquel salmo que dice: “Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre; poned gloria en su alabanza. Decid a Dios: ¡Cuán asombrosa son sus obras! Por la grandeza de su poder se someterán a ti tus enemigos. Toda la tierra te adorará y cantará a ti; cantarán a tu nombre”, Samos 66:1-4.
Cuanta consolación, gozo, seguridad y amor nos trae con el Salmo 23, que dice: “Jehová es mi pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tú vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Aprendamos como David, a alabar y a confiar en Dios en cualquiera de las circunstancias que se nos presente en la vida, sean buenas o malas, porque nuestro Señor mantendrá siempre el control y permitirá lo que mejor nos convenga. Bendiciones.
Por : Miguel matos
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