No nos conformemos solo de ser creyente de Jesucristo, sino que es nuestro deber confesarlo, por gracia, delante de los hombres, para que en ellos se produzca el cambio igual que a nosotros, es decir, la salvación de su alma por poner su fe y confianza en él. El verdadero creyente es el que ha nacido de nuevo espiritualmente y en su vida se ha producido un cambio tan maravilloso, cuando tiene y da buen testimonio, llamando la atención a todos nuestros amigos y familiares, algo que el hombre natural no puede explicar. Pero los creyentes no deben ser egoístas, porque es su deber “dar por gracia lo que por gracia hemos recibido”, Mateo 10:8, que es la salvación de nuestra alma. El apóstol pablo dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros; pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe”, Efesios 2:8-9. Al respecto, Jesús manifestó: “Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombr