Filipenses 4:6-10: “Por nada estéis afanosos”.
Cuando Pablo escribe a los Filipenses es muy preciso en el uso de las palabras, cuando usa los términos todo o nada lo hace con absoluta precisión.
Él nos señala que nada debe mostrarnos afanosos. Decimos mostrarnos, porque el afán es una conducta corporal que es observada por otros. El Espíritu de Dios está a nuestro lado: Cuando los problemas NO materiales de la vida nos quitan la paz interior.
Hay personas que todo lo tienen que hacer rápido, estilo “correcaminos”. Esta particularidad tiene muchas veces una causa emocional que es la ansiedad, que a su vez produce naturalmente angustia a nivel del espíritu. Como vemos cuando hay ansiedad en nuestra manera de pensar, actuamos afanosos y sentimos angustia en nuestro ser interior. ¡Tres enemigos que han hecho presa de nosotros y nos quitan la paz interior y llegan a enfermarnos!
El consejo de la Palabra es que demos algunos pasos que nos lleven a disfrutar de la vida a pesar de los problemas que nos desesperan porque no están a nuestro alcance el poder solucionarlos.
En primer lugar se nos indica que debemos ejercitarla: Oración por todo: “Sean conocidas...” En primer lugar debemos descubrir que es lo que nos produce afán y comunicárselo al Señor y no olvidar de agradecerle, porque que Él nos escucha, toma nuestro problema en sus manos, y nos dará la solución.
Esta es la actitud más difícil de tomar a causa de nuestra falta de fe. Muchas veces presentamos a Dios nuestros problemas y no se los dejamos, sino que nos los volvemos a llevar y con ellos toda la angustia.
Cuando verdaderamente le dejamos los problemas al Señor, disfrutamos de su primer milagro, y decimos milagro pues “sobrepasa todo entendimiento”. No hay mente humana que pueda entenderlo y menos explicarlo, él nos da su: Bendición de lo alto: Su paz, la palabra nos dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús”. Cuando la paz de Dios invade nuestro interior, desplaza la ansiedad de la mente y la angustia del corazón.
El profeta Isaías lo expresa con otras palabras: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” – Isaías 26:3- El orden es el mismo, “porque en Dios ha confiado, su vida es guardada en completa paz”.
Esto nos permite tener una disposición y estado interior ideal para practicar la: Meditación en Su Persona: “Por lo demás...en esto pensad”. Muchas veces se utiliza este versículo como un elemento de la técnica llamada “pensamiento positivo”.
Sin experimentar los vs. 6 y 7 se pretende aplicar como “una cataplasma o aspirina espiritual.” Si alguien tiene problemas con sus malos pensamientos, por ejemplo, se le puede llegar a decir: -“Debes contrarrestar los malos pensamientos con buenos pensamientos, practica el vs.8, piensa en cosas puras.”- utilizando el versículo como un método de autoayuda, prescindiendo de la intervención de Dios.
Este mandamiento “funciona” si Dios primeramente “Guardó, con su paz, mi corazón y mis pensamientos en Cristo Jesús”. Este versículo nos habla tanto del fruto del Espíritu, como de la misma persona del Señor Jesucristo. Luego el Espíritu Santo sembrará en mi interior el deseo de la: Participación: El apóstol nos recuerda que hay dos elementos importantes en la vida a tener en cuenta antes de “hacer” o ponernos a trabajar: Su enseñanza, “Lo que aprendisteis y recibisteis...“. No podemos participar en el servicio al Señor sin haber aprendido con la mente y recibido en el corazón su Palabra. Además Pablo esgrime: Su ejemplo de vida para imitar, “...y oísteis y vistes en mi...” El apóstol no era un teórico, junto con su enseñanza mostraba la coherencia de su vida, también antes lo había hecho con los ancianos de Efeso. “Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo...”- Hch. 20:18-21, 26-27, 31, 33-35.-
¡Grande es la motivación de servir al Señor del discípulo cuando la enseñanza viene sustentada por el ejemplo de vida del maestro! Cuando aún estamos disfrutando el primer milagro su produce el segundo. Ya no solo es “la paz de Dios” como virtud divina, sino que ahora disfrutamos de la: Comunión con Dios: “y el Dios de paz estará con vosotros.” Por supuesto esto no es nuevo, el mismo Señor lo anticipó: “y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” –Mat.28:29.
Pues hay verdades que el mismo Espíritu de Dios tiene que recalcar frente a nuestra frágil memoria o permanente característica de “hombres de poca fe.” Dios no solo tiene como propósito de su comunión un fin en sí mismo, sino que además ella sirva para que nuestras vidas den testimonio de él como lo hicieron Pedro y Juan frente al Sanedrín que maravillado: “...les reconocían que habían estado con Jesús.” – Hch. 4:13b-.
Es el deseo insistente de nuestro buen Padre y Dios es que aprendamos a confiar incondicionalmente en él. Varios pasajes más nos alientan a esto: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará.” – Sal.37:5. “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará.” – Sal. 55:22ª. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” –Mt. 11:28. “Echar toda nuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de nosotros.”- 1ª P. 5:7-.
¿Lo vamos a hacer? O seguiremos preocupándonos y enfermándonos por todo.
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