24 de agosto de 2015

Caer Y Levantarse

En la vida nos enfrentaremos con diferentes caídas, con momentos dolorosos que querrán obligarnos a no intentarlo más. Y es que el dolor de algunas caídas es tan profundo que nuestra mente muchas veces quiere rehusarse a volverlo a intentar.

Quizá algunos de ustedes hoy se sienten derrotados, quizá estas experimentado una caída muy fuerte, de esas dolorosas que nadie quisiera experimentar, las fuerzas se te han ido, crees que no vale la pena quizá volverlo a intentar o simplemente tienes miedo de volver a caer y lastimarte.

La Biblia nos dice: “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…” Proverbios 24:16a (Reina-Valera 1960).

Quizá las cosas se salieron de control, quizá en algún momento has pensado en renunciar, en no seguir más, en rendirte. Pueda que esa caída que acabas de experimentar o la que experimentaste hace un tiempo pero que aún no puedes superar, está causando en ti la indisposición de volverlo a intentar.

¡Vamos! ¡Levántate e inténtalo otra vez!, Dios quiere que sepas que Él está contigo, que lo que has experimentado servirá para cimentar tu fe, para crear en ti un carácter de siervo, pero que al volverlo a intentar lo lograras.

Quizá caerás, quizá te golpearas, quizá dolerá, pero ¡Levántate!, no fuiste llamado para retroceder, no fuiste llamado para quedarte en el suelo después de una caída, tú has sido llamado para conquistar, para vencer, para lograrlo, tienes la capacidad de hacerlo porque Dios la depositó en ti y como respaldo de eso, Él ha estado, está y estará contigo, porque no te dejará, porque no permitirá que seas vencido, por lo tanto: ¡Levántate!

Quizá caerás, pero sobre todo LEVÁNTATE cuantas veces sea necesario, porque hay algo está claro y esto es: ¡Tú eres un vencedor! ¡LEVÁNTATE!

Auto. Miguel Matos.

19 de agosto de 2015

Cambiar el mundo

Un día comencé queriendo cambiar al mundo y comencé por intentarlo. Al cabo de un tiempo me di cuenta que me era imposible, por lo que pensé mejor en cambiar a mi nación.

Después de intentarlo me di cuenta que no pude, por lo que decidí cambiar a mi comunidad. Después de un tiempo de intentarlo no pude, por lo que decidí cambiar a mi familia.

Pero al cabo de un tiempo me di cuenta que no pude y ahora en mi lecho de muerte he llegado a la conclusión de que debí de haber cambiado yo primero, ya que de esa manera y con mi ejemplo mi familia cambiaría, a su vez mi familia con su ejemplo cambiaría a mi comunidad, la cual cambiaría a mi nación, la cual lograría cambiar por fin al mundo.

1 Timoteo 4:12: Ninguno tenga en poco tu juventud; pero sé ejemplo de los fieles en palabra, en conversación, en caridad, en espíritu, en fe, en limpieza.

Efesios 5:1: Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.

Tito 2:7: Mostrándote en todo por ejemplo de buenas obras; haciendo ver integridad, gravedad.
1 Pedro 2:21: Porque para esto sois llamados; pues que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas.

Fuente: Reflexiones bíblicas. 

14 de agosto de 2015

La Dificultad de Perdonar

EFESIOS 4:30-32

Saber cómo perdonar no es suficiente, es que a veces estamos tan disgustados, ofendidos que nos resulta muy difícil perdonar, sin embargo es un paso que debemos dar en amor y obediencia

Perdonar ofensas

Todos hemos sido heridos en algún momento u otro, y el ofensor puede muy bien haber sido alguien que amamos.

A menudo tratamos de disimular el dolor con comentarios como: Está bien, o No te preocupes por eso. Sin embargo, pareciera que no podemos vernos libres de ese penetrante aguijón. ¿Por qué no somos capaces de olvidar?

Por el simple orgullo, y como resultado, la ofensa se convierte en mucho más de lo que deberíamos permitir. Se convierte en una cuestión de tipo personal, en vez de un error involuntario o de insensibilidad momentánea.

Otro factor por el que no perdonamos, es por la amargura. Nos volvemos resentidos cuando nos negamos a enfrentar nuestros sentimientos heridos, y dejamos que el asunto se vuelva una úlcera en nuestro corazón.

Un sentimiento creciente de irritación se extiende por nuestro espíritu como una infección. Se ha dicho con razón que la amargura es como un veneno que uno prepara para otra persona, y luego se lo bebe uno mismo.

Mientras la amargura destruye silenciosamente nuestra vida, la persona que nos hirió puede permanecer completamente ignorante de nuestros sentimientos.

A veces, nuestra lucha implica un malentendido en cuanto al perdón. O, podemos quedarnos sentados esperando una disculpa que nunca llega.

Si usted ha sido herido recientemente, pídale dirección a Dios. A veces, es conveniente acercarse al ofensor y decirle: “Hiciste esto, y eso me hirió. Pero te perdono, y me niego a dejar que esto destruya nuestra relación”.

Fuente: Reflexiones cristianas.

CUANDO EL ARROYO SE SECA ES TIEMPO DE LEVANTARSE

    PASTOR: HECTOR ENCARNACION