2 de julio de 2015

Permite que el agua viva brote de tu vida


 Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, humildad, templanza: son fuerzas poderosas que la Biblia llama el fruto del Espíritu. Son las cualidades de la naturaleza de Dios, y cuando el Espíritu Santo entró en nosotros, trajo esas cualidades consigo para impartirlas a nuestra vida. Son cualidades que tienen la particularidad de borbotear dentro de nosotros, de brotar como un manantial que constantemente nos protege y limpia de adentro hacia fuera.

¿Alguna vez ha notado que no se puede echar basura en una fuente de agua? El chorro de agua que brota con fuerza desde su interior la mantiene limpia y la protege de impurezas externas. De la misma manera trabaja la fuente espiritual dentro de usted. Cuando usted deja que el amor, el gozo, la paz, la benignidad y las otras fuerzas espirituales broten de su interior, el diablo no podrá echar su basura dentro de usted.

¿Qué hay que hacer para que el Espíritu esté fluyendo? Hay que llenar el corazón con la Palabra de Dios hasta que las fuerzas de vida eterna empiecen a borbotear. Un poco al principio, y después más fuerte y más alto. Decida mantener esas fuerzas brotando constantemente de la fuente de su corazón. No permita que el egoísmo y el pecado detengan la corriente. Dentro de usted hay un manantial imparable de fuerzas vivas, ¡déjelas brotar!

Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eternal. – Juan 4:14.
Verso Bíblico para Meditar: Jeremías 17:7-13: 17:7 Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. 17:8 Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. 17:9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?

17:10 Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. 17:11 Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejará, y en su postrimería será insensato. 17:12 Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario. 17:13 ¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.

Reflexiones Cristianas.

22 de junio de 2015

Dios mira tu corazón no las apariencias


Un enfermo que pasó por una grave operación cardiaca contó: –Parecía estar bien de salud. Exteriormente todo iba bien, pero sin que lo supiera, estaba aquejado de una grave enfermedad, un aneurisma.

En lo concerniente a nuestra salud, nuestra apariencia puede engañarnos y hacernos peligrar. Esto también es cierto en la esfera espiritual y moral, pero tiene consecuencias mucho más graves. A los que nos rodean podemos parecerles una persona respetable, podemos gozar de buena reputación y tener una excelente opinión de nosotros mismos.
Sin embargo Dios no nos juzga según nuestra propia opinión o la de la gente que nos conoce. Sondea nuestro corazón y lo declara incurable a causa del pecado. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo el Señor, que escudriño la mente, que pruebo el corazón” (Jeremías 17:9-10).
¿No hay, pues, ninguna esperanza de cura para el gran mal del pecado? Demos gracias a Dios: el que nos declara incurables también nos dice: “Venid luego… si vuestros pecados fueren… rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18).

Aceptemos el remedio prescrito por el divino médico: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31).
Sólo Jesús salva al pecador mediante su obra cumplida en la cruz: “En ningún otro hay salvación” (Hechos 4:12).
“El Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo” (2 Tesalonicenses 3:5).

El Señor no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón. 1 Samuel 16:7.

by: MIguel Matos
Dios es comprensible y nosotros complicados

La vida en realidad es sencilla pero nosotros la complicamos. Nos gustan las cosas complejas. Dios es comprensible, sencillo en todas sus enseñanzas. La religión las complica.

Leí que si un abogado hubiera escrito solamente esta frase del Padre Nuestro: «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy», se leería así:

«Con los debidos respetos, solicitamos y pedimos que, debido a que es necesario hacer una provisión adecuada, en este día y fecha arriba escritos, para satisfacer las necesidades nutricionales de los peticionarios, y para organizar los métodos de almacenamiento y distribución, como se juzgue conveniente y necesario, así como apropiado para asegurar la recepción por y para dichos peticionarios de tal cantidad de productos (llámese pan) se nos conceda la cantidad suficiente de estos productos».

Gracias a Dios que él en su bondad ha hecho la vida cristiana sencilla. Ya tomaste lo sencillo de Dios y lo hiciste parte de tu vida? Si no. Pruébelo hoy.
Que bueno es saber que el Creador de todo lo que existe no se ha colocado lejos de nosotros o ha colocado barreras para que lo alcancemos, sino que aún un niño en su sencillez lo puede tocar por medio de la oración. Lo has alcanzado hoy? Deten ahora lo que haces y dile algo en oración y en forma sencilla le hablas y él en forma sencilla se responde.

Que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar. 1 Reyes 8:29.

Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. 1 Reyes 9:29.

Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice el Señor, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa del Señor. 2 Reyes 20:5.

Autor. Miguel Matos
Razones para perdonar

¡Cuando siento que me han tratado injustamente, puedo idear cien razones para no perdonar! “Tiene que aprender una lección”. “Dejaré que sufra por un rato; le hará bien”. “No me corresponde a mí dar el primer paso”… Cuando finalmente me ablando hasta el punto de conceder el perdón, parece que hubiera dado un salto de la lógica dura, a la sensiblería.

Un factor que me motiva a perdonar es que, como cristiano, se me ordena hacerlo, ya que soy el hijo de un Padre que perdona. Jesús dijo:”Perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas” Marcos 11:25.
Pero más allá de eso, puedo identificar tres razones:

Primero, el perdón detiene el ciclo de la culpa y el dolor, rompiendo la cadena de la falta de gracia. Sin perdonar, permanecemos atados a las personas que no hemos perdonado, como en un círculo vicioso.

Segundo, el perdón aminora el dominio de la culpabilidad en el que cometió la falta. Permite la posibilidad de transformación en la parte culpable, aun cuando todavía se requiere un castigo justo.

Tercero, el perdón crea una conexión extraordinaria, colocando al perdonador del mismo lado que la parte que hizo el mal. No somos tan diferentes del malhechor como nos gustaría pensar, por cuanto también nosotros debemos pedirle a nuestro Padre celestial, “… perdónanos nuestras deudas” Mateo 6:12.

Quien no puede perdonar a los demás quema el puente sobre el cual el mismo deberá pasar. Herbert.

"Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" Mateo 6:12

Autor. Miguel Matos

CUANDO EL ARROYO SE SECA ES TIEMPO DE LEVANTARSE

    PASTOR: HECTOR ENCARNACION