20 de mayo de 2017

NO DESAFINAR EN LA VIDA ESPIRITUAL

Salmos 133: 1” ¡Mirad cuan bueno y cuan delicioso  es habitar los hermanos juntos en armonía 2 Es como el buen óleo  sobre la cabeza, el cual desciende  sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus  vestiduras;   3 Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sión;  porque allí envía Jehová  bendición, y vida eterna.

Hace muchos años tuve la oportunidad de ver y escuchar a orquestas  ensayar y  los directores de las mismas estaban empeñados, como es natural,  que todos los músicos juntos mantuvieran la armonía,  de acuerdo a la partitura, pero siempre habían algunos que desafinaban, por lo que tenían que repetir  las notas hasta que  la dominaran bien.

La satisfacción y el gozo de un director de orquesta es interpretar bien la pieza ya sea en un concierto o  acompañando a un  cantante, para recibir la aceptación y los aplausos del público que lo escucha y lo ve, lo que constituye una especie de bendición.

En la vida espiritual, en el caso de las  iglesias estamos juntos, pero lamentablemente,  no todos  en una actitud de  armonía, ya que Satanás el enemigo de las  almas, se las arregla para  crear problemas dentro del  pueblo de Dios  a fin de  de que muchos desafinen  y no reciban la bendición  ni  tampoco disfruten a plenitud de la vida eterna.

Los cristianos, nacidos de nuevo  y sellados con el Espíritu Santo, debemos mantenernos  alertas para no permitir que a nuestras iglesias se infiltren  agentes satánicos, con extrañas doctrinas, como se estila en estos tiempos de apostasía que vive el mundo, por lo que son difíciles de identificar en vista de que hasta cargos ministeriales desempeñan, por lo que se necesita mucha  oración y ayuno para descubrirlos.  

 No hay dudas que en todas las iglesias, no importa las denominaciones, hay trigo y cizaña, lo que no nos debe sorprender, porque Jesús mismo lo reveló  en Mateo 13: 24-30; 36-43, cuando dijo que  “el reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo  y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
Y añade: “Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿sembraste buena semilla en tu campo?  ¿De dónde, pues tiene cizaña?  El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres,  pues, que vayamos y la arranquemos?  Él le dijo: No, no sea que  al arrancar la cizaña, arranque también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega  yo diré  a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.

Luego Jesús explica la Parábola a sus discípulos y les dijo que “el que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo, la siega es el es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.

Y agrega que: “De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol  en el reino de su Padre: El que tiene oído para oír, oiga”.

El apóstol Pablo tuvo que lidiar con miembros de la iglesia de Corinto que habían desafinados en su vida espiritual. Al respecto dijo: “Porque he sido informado  acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas”, 1 Corintios 1:11. 

“De manera que yo, hermanos no pude hablaros  como espirituales, sino como carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no viandas porque aun  no erais capaces, ni sois capaces todavía”,  porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? 1 Corintios. 3: 1-3.

El apóstol Pablo tuvo que afrontar un penoso caso de inmoralidad, cuando dijo: “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación  cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre”, 1 Corintios 5:1.

Es saludable que nos preguntemos, ¿soy cizaña o trigo dentro del pueblo de Dios?, ¿Estoy viviendo en armonía con los miembros de mi congregación y con Dios? Si te das cuenta de tu infructuosa situación espiritual pídele a Dios su ayuda para que restaure tu vida y nunca más seas tú el  que desafine  y rompa la armonía en tu congregación. No le demos ese gusto a  Satanás.

  Para estar en armonía y ser bendecidos por nuestro Seño y Salvador Jesucristo,  Pablo dice: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó asimismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.

Y añade: “Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aún se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias, porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, participe con ellos. Porque en otro tiempo erais  tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor;  andad como Hijos de luz”. Efesios 5:1-8.

También se nos exhorta a “no participar en la obra infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”.

De esta manera, si obedecemos la Palabra, que es la partitura  divina y damos frutos, estaremos juntos  y en armonía con Dios y con  nuestros hermanos en Cristo y disfrutaremos de todas las bendiciones, producto de nuestra salvación, que por misericordia y gracia recibimos.

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual y en los lugares celestiales en Cristo”, Efesios 1: 3. Disfrutemos todos de esa bendición tan maravillosa que es nuestro mayor tesoro.  Amén.

Fuente: La Biblia y Miguel A. Matos.

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