“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia,” Jeremías 31:3.
Un niño carente de amor solía ir cada tarde a un parque cercano de su casa, no sólo a jugar sino a observar cómo algunos niños estaban acompañados de sus padres y él soñaba ser uno de ellos porque veía el afecto que recibían.
Ya después de mucho tiempo él conoció a otro niño que pasaba la misma situación pero no se sentía de la misma manera, pues su abuelita le había enseñado que a pesar de no tener a sus padres él tenía a alguien que lo amaba sin condiciones, éste era Dios. El niño curioso de conocer cómo era Dios aceptó la invitación de la abuelita del niño para que le contara más sobre Él.
Así fue, el niño tuvo un cambio muy significativo en su vida, pues en vez de tener ese vacío en su corazón puso su mirada en quien lo amaba incondicionalmente, comprendió que Dios estuvo a su lado siempre y que Él era lo que necesitaba y era suficiente.
Las personas continuamente buscan ser amadas o valoradas en la vida, no hay quien no tenga esta necesidad. En ocasiones somos correspondidos y en otros rechazados.
¿En alguna ocasión te has sentido de esta manera? Entonces puedes saber lo triste que es.
Sin embargo, lo importante es estar consciente de que posiblemente las personas alrededor no han aprendido a amar de manera correcta por eso es que no lo hacen, pero podemos experimentar directamente del amor perfecto que es el de Dios, un amor incondicional, puro, verdadero, que traspasa nuestras debilidades y se concentra siempre en nuestro bienestar.
Si hoy no te sientes amado/a dirige tu atención a Dios, no te concentres en sentimientos sino en convicciones, quien te mira con ternura listo para abrazarte con sus manos de misericordia.
¿Eres amado? Definitivamente sí, ¡Dios te ama!
”Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” 1 Juan 4:16.
Fuente: Reflexiones Cristianas.
Por: Miguel Matos
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