Jesús, antes de ser arrestado, oró pidiéndole al Padre por la unidad de todos. Esto no era algo del otro mundo, pues si nos ponemos a pensar y reflexionar, si supiéramos que pronto vamos a morir, ¿Cuál sería nuestra última oración? Supongo que sería la misma, que nuestra familia quede en paz y unida. Jesús pidió eso.
“Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.” Juan 17:21-22 (RVR-1960).
Es admirable cómo se van formando varios grupos de personas que se unen con propósitos; aunque a veces, lamentablemente, no utilizan esa unidad para cosas buenas y lo hacen sólo para lograr un interés particular y, una vez conseguido, se alejan.
Una de las cosas que Dios quiere a través de esta oración es que podamos unirnos de verdad a nuestro prójimo, nuestros hermanos, con un mismo propósito: el de llevar esa palabra de amor a otros.
Tal vez has estado trabajando y luchando por tu lado, si bien es bueno tener esa relación íntima y personal con Dios, también es bueno buscarlo en unidad con tu familia, amigos, congregación, personas con las que puedas unirte con una misma motivación. Todos somos diferentes pero Dios quiere que el amor que Él nos dio y nos enseñó nos una mucho más.
Deja de andar solo por el camino, Dios desea que, con un mismo propósito y corazón, camines unido a tus hermanos, que nos amemos y tengamos un mismo sentir, el de vivir por Él y para Él. El propósito es lo que nos mantendrá unidos.
Por: Miguel Matos
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