Tenemos la firme convicción que ningún gobierno puede solucionar los problemas económicos y sociales de ningún país por más leyes y disposiciones que tenga y dicte, hasta que no se produzca un cambio radical en el espíritu del ser humano, producto de un nuevo nacimiento, y sólo esto se logra a través de Jesucristo, el Hijo del Dios viviente. Quiero señalar que Dios no envió a Jesucristo a este mundo a establecer una religión determinada, sino más bien a rescatar al hombre del pecado, por lo cual realizó la obra de redención, en la cruz del calvario, con el propósito de salvarlo física y espiritualmente a fin de que disfrute de una vida de santidad y de amor al prójimo, y sea un ente importante para el progreso y desarrollo de su país. Eso se logra cuando los cristianos, nacidos de nuevo espiritualmente, oran, obedecen a Dios y predican, por todos los medios a su alcance, el evangelio de Jesucristo, que es poder de Dios para todo aquel que cree. Un país con una pobl